miércoles, 9 de marzo de 2011

Sueño

Anoche dormí contigo. No puedo decir que soñé contigo, lucías demasiado real, estabas demasiado cerca, dormías dándome la espalda para que te abrazara, así no morirías de frío. Así reposabas tranquila, segura de abrir los ojos cuando se agote la tibieza de mi cuerpo protector. Tu cabello olía al caos es los callejones sin salida, cilíndricas como túneles abiertos. Tu cuerpo tan helado hacía que dormir en la calle fuera un sueño. Nos perdimos, no sabíamos adónde estábamos ni podíamos llamar a nadie. Todos se fueron de vacaciones a otras ciudades, otros callejones sin salida, otros laberintos de piedra tramposa.

Y era muy extraño, a pesar del frío que transpiraba tu piel no temblabas. ¿Será que yo me moría de calor soñando con ciudades perdidas en el desierto? Ciudades desoladas porque todos los oasis se secaron. Y los pozos no funcionaban. No de todo las calles se veían abandonadas, las serpientes se encuentran muy contentas de tener cada una un techo particular.

Entonces desperté, aún era de noche, pero desperté en una oscura pesadilla.

Miles de víboras me observaban con ternura, sus ojos brillantes y verdes agradecían el calor de mi cuerpo. En ninguna leyenda ilustran a la Medusa dormida, con serpientes agradecidas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

longitud


Tenía los cabellos tan largos que se los fue cortando poco a poco hasta que las calles dejaron de encerrarse en sí mismas. Hasta que no quedó un sólo recuerdo sobre su cuerpo de la ruta por la que habría de volver del sitio donde vino. Un laberinto. La memoria le fue asfixiando el paso, cuando no pudo más pues los recuerdos también dan aliento, se detuvo, se sentó a esperar que el tiempo hiciera su trabajo.
Tejió una alfombra con su cabello, como una moira melancólica que sabe que no importa cuánto teja o desteja su destino sus cabellos nunca dejarían de crecer. 
Y así volvió al lugar de donde vino, el personaje, volvió a su cueva de verdad siguiendo sus cabellos tan largos que tardó años en llegar hasta su lecho, de muerte, de amante y de nacimiento. Todavía le faltaba mucho, porque cuando llegó al final su pelo era igualmente largo que sus recuerdos. 
Entonces la mujer que escribía hizo una trenza, los personajes, se dijo, deben siempre estar bien peinados.

Esciribó el punto final, se vió al espejo, y se despeinó, como la vida misma.

lunes, 26 de julio de 2010

La ciudad está paralizada, los vagabundos están escondidos, la gente se encierra en sus trabajos, los charcos se comen los autos.

La lluvia, única presencia en las calles.

Niños jugando videojuegos viejos, tan viejos que fueron creados cuando los papás eran niños. Los juegos modernos ya aburren porque los acabaron, jugar varias veces es aburrido, mejor empezar a descargar juegos viejos por internet. Sin embargo, se aburren muchísimo más, los gráficos exigen demasiada imaginación. Los niños quieren salir, pero no pueden. Graniza, relampaguea afuera.

Decenas de jóvenes encuerados, no para nadar a gusto en las inundaciones de pasos subterraneos, sino para protestar y salvar el agua estancada en el Golfo de México.

Viejos que recuerdan como de niños jugaban fútbol bajo la fuerte lluvia.

Lluvia, lluvia, lluvia, ¿cuándo parará de llover? Es una ciudad de habitantes que no quiere mojarse.

sábado, 15 de mayo de 2010

Mantengo cerrados los ojos, mis pies no dan para más, el espíritu pesa tanto que mi cuerpo está petrificado. Soñar sin horario, comer cuando el estómago interrumpe el sueño, reanudar el sueño al tener una boca que no necesita sonreír para expresar satisfacción.

Los senderos se recorren con escaleras eléctricas, así los ojos están libres de preocupación. Pasillos eléctricos para contemplar aviones que aún no despegan, señales en distintos idiomas, el sol en lo más alto del cielo a la hora de dormir, gente que camina con la mente en otro sitio, sus ojos están sometidos a la anticipación impresa en un guía turística. Pasillos eléctricos que conducen al control aduanero, al comienzo de una ciudad desconocida, los largos paseos en silencio, el extraño placer de caminar como si todas las ciudades fueran propias, tan tuyas pero moldeadas por la historia de pinturas marchitándose a causa de millares de disparos de flash todos los días, sin días de descanso.

Mirar la tierra desde el tren, el mar desde el avión. Aterrizar al principio, tomar el metro sin aire acondicionado, tolerar los empujones de la muchedumbre fatigada, salir al corazón de la ciudad que te vio nacer, notar que nada ha cambiado, aún así, ya no hay cupo para mí.

He regresado al principio con aires de otro principio, forzando a la ciudad a vagar por los litorales de mi espíritu. Camino ayudando a la ciudad a recuperarme. Una reconciliación mutua entre mi cuerpo y las paredes de la urbe.


martes, 11 de mayo de 2010

luna

happy subway

No todo está tan mal, pequeñas cosas suceden. Algunas mujeres despiertan del sueño de ser mujeres solamente. Hombres miran sus manos con ternura. Niños descubren nuevas maneras de aprender a sentir.
Pequeñas cosas pasan, no se notan a simple vista, hay que saber mirar, abrir los brazos, no dejarse matar el espíritu en el caos.
Nunca dejar matarse el espíritu en el caos. Nunca.

martes, 4 de mayo de 2010

Tratando de encontrarla

La chica de los ojos profundos, más profundos que las huellas invisibles de sus pasos, se pierde en la muchedumbre. La busco, cuando creía seguirla, centenares de rostros desconocidos me regalan falsas esperanzas.

Nadie era ella.

Un niño, al hallarme sumido en un trance desconcertante, se para delante de mí y se queda ahí alzando su cabeza lo más que puede, al estar delante de él, me pega con brusca dulzura, pega en la tela de mi pantalón un corazón tan diminuto como las uñas de mi mano, "NO ME OLVIDES", como tengo demasiada prisa, olvidé darle una moneda por su amable gesto, olvidé devolverle el corazón que parece una escama cursi, hasta olvidé a quién estaba buscando. Me paralicé por la repentina incertidumbre, el niño me alcanza con una sonrisa herida, me disculpo invitándolo a unos tacos.
En el puesto que seleccioné estaba la presunta madre de la chica de los ojos profundos, o buscarla sin tregua me hizo perder bastante tiempo, sin darme cuenta han pasado tantos años, ella no es su madre sino la misma chica, por fin, sin buscar la encontré. ¿Vagamos para encontrar sueños que sobreviven al abandono? Vagar es dejar atrás la resignación, vagar es seguir adelante, existir sólo con los pies, sentir las historias en el suelo, absorberlas mientras mis pasos dibujan otras huellas invisibles.

Vagar es estar con ella.

Vaga sonrisa, un desafío, vagar con ella para extenderle su sonrisa. Descansar afuera de un local cerrado o en la banqueta, mientras ella duerma, estiraré su cutis para confirmar si es ella. Examiné sus rasgos ásperos con el espíritu riguroso de un científico escéptico, que comprueba por milésima la ecuación, despejando la variante de las arrugas que extermino separando la punta de mis dedos.

Es ella, claro que es ella.

La profundidad de sus ojos es aún más profunda. Es imposible asegurar que es ella, no me atrevo a explorar su interior, me preocupa jamás regresar, hundirme en su alma trotamundos, su falta de fondo me hará olvidar de mi mundo cómodo, materialista. Son tantas cosas que pueblan en su cabeza, tantas calles, tantos laberintos, son tantos los pasos por dar, aquí, dentro de sus vasos sanguíneos, el hambre circula delicioso, no hay motivos para detenerse, aún queda el impulso de transformar mis pies en polvo desgastado.

Camino regando polvo, otro vagabundo respira mis recuerdos mientras duerme.

Aquel vagabundo pretende encontrarme para decirme que regrese a casa, que mis hijos se sienten huérfanos se casaron, que no deje huérfanos a mis nietos por obligar a sus padres a buscarme. Una familia nómada no persigue antepasados que extravían su cabeza al dar sus primeros pasos. Ellos no tienen porqué zozobrar por la ciudad hasta dar con la abismal mirada de la chica de ojos profundos. Tan profundos que el mundo resulta ser más pequeño que la piedrita atorada en un zapato saturado de orificios, de recuerdos sin importancia, de tierra lejana.

La mugre es la mejor compañera, no permite que una mosca se aventure a perturbar el sueño de un vagabundo. La mugre es la mejor compañera, resguarda del frío. Cede los derechos de soñar con viejos tiempos, esos tiempos de inmovilidad. La mugre justifica el movimiento perpetuo, el sueño justifica la inmovilidad temporal.

noche

A veces cuando las noches son densas, se presiente un sopor que anula las esperanzas a que amanezca. El cansancio es tal que es dificil callar las voces de la cabeza, todo es pesadez, en esas noches sueño que estoy en medio del vacío. Calles saturadas de desperdicios, ríos de jugos de persona, tacos, el tono agridulce de los cláxones mezclados con las plegarias de mujeres mendigas. Hay muchas mujeres pobres y descalzas, las sigo, estoy dormida, también puedo sentir la niebla, lluvia que viene a la ciudad de méxico. Las he seguido demasiado, no pensé que me perdería, que iba a volverme débil y a dejar mis zapatos afuera de un vagón, porque todas debemos ir iguales. todas iguales, de pronto tengo un niño en los brazos, tengo frío. Se siente bien tocar el piso del vagón descalza, está tibio, sé que todos me miran, pero es normal. siempre todos se miran de todas formas. Tengo hambre, mi hijo tiene hambre, si consigo algo de dinero espero que mi tío me deje unas monedas, le compraré un taco. Iremos al puente, dormiré; cuando duermo es como si no tuviera que comer. El día se acaba sin que existan problemas. Mi mamá vivía en el campo, cuando llegamos a la ciudad no aguantó el invierno ni la lluvia. Murió pronto, a los 34 años. Nos dejó a mis hermanos y a mi. Desde entonces tratamos de susbsistir. ellos están lejos. No volveré a verlos. Los abuelos no pasaron por ésto, vivían tranquilos en su ranchito, hasta que un hombre malo nos acusó por no sé qué delito, nos quitaron la tierra, la casa, las cosechas. no tendré nada que enseñarle a mi hijo. Morirá jóven, quizá adolescente víctima del mundo de la calle. Al menos no fue niña. a las niñas nos enseñan pronto el infierno, cuando tenía trece años me lo enseñaron. Pero tuve a mi hijo, y al menos no me lo quitaron.  No sé qué es la vida. A veces me parece que toda mi vida es éste vagón del metro, que el río corre en la oscuridad, que la lluvia nos baña los dolores, el sol nos seca la memoria del día anterior. Pero éste viaje eterno me alimenta. Cada vagón es la promesa, sólo eso, un día quizá el conductor del tren se acuerde de mi cara, sepa que voy adentro, y me lleve lejos con sus máquinas, y me ayude a correr lejos del padre de mi hijo. Por eso digo que la vida es éste tren, es la promesa.
Ya no siento las manos, el río de gente me lleva a otra estación, otra oscura, no veo nada, no siento frío en los pies, no siento estar cargando a mi hijo. Voy hacia otra parte, llevo zapatos, unos zapatos rojos, escucho el sonido de mis pasos subiendo unas escaleras. Muchas veces en una noche, subir y bajar escaleras, cerrar y abrir puertas, ponerme y quitarme la ropa. Ahora me dan dinero en la madrugada. Sé hacer cosas que nadie me enseñó a hacer. Poco a poco, la incertidumbre me fue trayendo hasta la cama y la vida me trajo muchos hombres. no tengo nada. Tengo la noche que viene, y la que sigue y la que sigue, y en cada una de ellas, quizá pueda despertar. Pero no hoy. Sigo dormida. Las sábanas son oscuras, mi cuerpo está cansado. No sé si sea cierto eso que me dijo un cliente un día; que todos los que dormimos algún día despertamos. no sé si sea cierto. Podía ser una mentira. Tampoco sabemos ya quienes estamos dormidos ni cuantos de nosotros vamos a salir de aquí.