miércoles, 11 de agosto de 2010

longitud


Tenía los cabellos tan largos que se los fue cortando poco a poco hasta que las calles dejaron de encerrarse en sí mismas. Hasta que no quedó un sólo recuerdo sobre su cuerpo de la ruta por la que habría de volver del sitio donde vino. Un laberinto. La memoria le fue asfixiando el paso, cuando no pudo más pues los recuerdos también dan aliento, se detuvo, se sentó a esperar que el tiempo hiciera su trabajo.
Tejió una alfombra con su cabello, como una moira melancólica que sabe que no importa cuánto teja o desteja su destino sus cabellos nunca dejarían de crecer. 
Y así volvió al lugar de donde vino, el personaje, volvió a su cueva de verdad siguiendo sus cabellos tan largos que tardó años en llegar hasta su lecho, de muerte, de amante y de nacimiento. Todavía le faltaba mucho, porque cuando llegó al final su pelo era igualmente largo que sus recuerdos. 
Entonces la mujer que escribía hizo una trenza, los personajes, se dijo, deben siempre estar bien peinados.

Esciribó el punto final, se vió al espejo, y se despeinó, como la vida misma.

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