miércoles, 9 de marzo de 2011

Sueño

Anoche dormí contigo. No puedo decir que soñé contigo, lucías demasiado real, estabas demasiado cerca, dormías dándome la espalda para que te abrazara, así no morirías de frío. Así reposabas tranquila, segura de abrir los ojos cuando se agote la tibieza de mi cuerpo protector. Tu cabello olía al caos es los callejones sin salida, cilíndricas como túneles abiertos. Tu cuerpo tan helado hacía que dormir en la calle fuera un sueño. Nos perdimos, no sabíamos adónde estábamos ni podíamos llamar a nadie. Todos se fueron de vacaciones a otras ciudades, otros callejones sin salida, otros laberintos de piedra tramposa.

Y era muy extraño, a pesar del frío que transpiraba tu piel no temblabas. ¿Será que yo me moría de calor soñando con ciudades perdidas en el desierto? Ciudades desoladas porque todos los oasis se secaron. Y los pozos no funcionaban. No de todo las calles se veían abandonadas, las serpientes se encuentran muy contentas de tener cada una un techo particular.

Entonces desperté, aún era de noche, pero desperté en una oscura pesadilla.

Miles de víboras me observaban con ternura, sus ojos brillantes y verdes agradecían el calor de mi cuerpo. En ninguna leyenda ilustran a la Medusa dormida, con serpientes agradecidas.

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